Recuerdo la cama de matrimonio. Recuerdo la ventana abierta y el aire frío rozándome los pies. Recuerdo como me abrazabas por detrás y la silueta de la ventana abierta recortada en el cielo. Pasé noches enteras sin dormir con los ojos abiertos. Durante horas y horas observaba el cielo y me concentraba en su azul oscuro. De vez en cuando jugaba a seguir con mi dedo la sombra que los árboles prolongaban en el techo.
martes, 6 de septiembre de 2005
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