domingo, 30 de abril de 2006


A esas horas
las calles me desprecian,
mientras avanzo,
mientras cada paso
me desnuda un poco más.

Desde los edificios,
desde sus cientos de ojos iluminados
me arrojan anzuelos,
para que caiga en su trampa,
para que mis tacones olviden
las notas que ayer escribimos.

Pero esta noche nos escaparemos,
esta noche que pronto se inundará,
esta noche en la que nuestros nombres
no quedarán escritos.

miércoles, 19 de abril de 2006



La ciudad responde despeinándote,
mientras tú, asustada,
me permites que te desnude.

Hoy cenaremos tranquilos,
sabiendo que no pudimos
escapar a tiempo.

En el centro de la mesa
dejamos olvidadas las flores.

Porque la noche se vuelve azul,
porque pronunciar hoy tu nombre
nunca será suficiente.

viernes, 14 de abril de 2006


He escrito todo sobre ti,
he dibujado tu voz,
me he vuelto niño en tu cuerpo,
he llorado al reconocer tu espalda.

Oculto, detrás tuya,
atando poesías a tu pelo,
con los pies fríos y la mente ocupada,
protegiéndonos de voces
que suenan desenfocadas.

Esta mañana volveremos a encontrarnos,
tú sin máscaras y yo con las manos sucias,
enfrentados desde esquinas opuestas.

Pero fuera aún suena la lluvia,
fuera nos borramos en los charcos,
fuera nos gritamos desde lejos.

Porque en mis pasos aparecerán los tuyos,
y cuando doble las esquinas miraré de reojo
que no te confundes de camino.

jueves, 13 de abril de 2006



Removimos la tierra,
y las semillas sin germinar
cortaron mis dedos.

Quise deshacer el nudo
que me mantenía unido a tu voz,
separar las silabas,
elaborar collares,
vestirme con ellos.

Y cuando me llamaste
salté sin comprobar la altura.

Por todo eso
ahora,
me desnudo en aquel rincón,
apartado,
donde la luz sólo llega
si abres la puerta
y giramos los espejos.

domingo, 9 de abril de 2006


El agua no llegó a todas las habitaciones.
En algunos rincones, como muestra de lo ocurrido
se apilaron nuestras palabras ahora en silencio.

Era fácil caminar
sintiendo como que se clavaban en los pies,
y al llegar a la puerta notar el calor
que desprendía la montaña de libros ardiendo.

La música no dejaba de sonar,
siempre la misma voz
recordándonos de forma enfermiza
que tus pupilas dejaban entrever un beso.

Y los perros en la puerta pidiendo comida,
con el hocico sucio de barro
y uno de los ojos cegado por el sol.

Te permití escapar,
para notar como caías delante de mi,
con sus brazos asfixiando tu cuerpo,
con su mirada atando mis muñecas a la espalda.

viernes, 7 de abril de 2006



Con solo un gesto
comienza mi dictado,
un vómito de ideas
que desatan mi aliento.

Me embarco en la aventura
de llegar al final,
de vaciar y rellenar
de palabras mi cabeza.
Porque me siento vivo
o porque simplemente me siento.
Porque me conozco
y respondo mis preguntas,
y porque si me las formulas
sabré mantenerme callado.

Solo es para mí, tal vez para ti,
que juegas a disfrutarme,
que pasas sin invitación,
que te acomodas en lugar preferente.