Te miraba de reojo mientras comías palomitas bañadas en sangre, palomitas que dejaban en tu boca el rastro de quien devora compulsivamente. Ahora intentaré levantarme y pedir que paren la película, dirigirme a ti e invitarte a bailar. Y que suene un vals que te devuelva la vida.
viernes, 30 de septiembre de 2005
miércoles, 28 de septiembre de 2005
* Por la noche, mientras dormías hablabas en sueños, y venías a meterte en mi cama diciéndome que tenías miedo.
* A lo lejos oigo un tren. Y se por su sonido que la gente del vagón sonríe.
* A lo lejos oigo un tren. Y se por su sonido que la gente del vagón sonríe.
Corríamos por la calle queriendo volar. Agitábamos nuestros brazos, imitábamos alas con cartones, saltábamos desde lo alto de los muros. Durante dos noches seguidas soñé que volaba de verdad, que tan solo con un pequeño salto flotaba en el cielo. Al día siguiente, mientras comenzabas a correr yo me tumbé en el césped y me quedé dormido.
sábado, 24 de septiembre de 2005
Todos los veranos esperábamos con impaciencia que montaran a las afueras del pueblo el cine de verano. En el campo de fútbol, que en ese tiempo perdía su uso, instalaban la pantalla, una barra a modo de bar y todas las sillas de plástico unidas por los reposabrazos formando las filas. Las sesiones eran dobles, y allí vi todas las películas del oeste que recuerdo haber visto nunca. Mamá siempre nos preparaba unos bocadillos que nos comíamos en el descanso y una chocolatina para el postre. Algunos días nos colábamos para repetir las películas pero sin pagar, y entonces las veíamos tumbados entre unos arbustos a la izquierda de la entrada. Lo malo era, que al ser descubierto, los días que llovía permanecía cerrado.
miércoles, 21 de septiembre de 2005
* Las canciones, teñidas de azul, resbalaron por tu vestido hasta quedar impresas en el suelo.
* Recuerdo al hombre que, sentado en frente del mar, me dijo que era capaz de nadar sin mirar ni una sola vez hacia atrás.
* Aceptaste acompañarme. Y durante el camino jugamos a coleccionar olores.
lunes, 19 de septiembre de 2005
Por la noche, al acostarnos, me levantaba de la cama y en silencio caminaba hasta la cocina. Allí, de uno de los armarios robaba unos granos de café que guardaba en el bolsillo del pantalón. De esa forma, en el colegio, los días que estaba triste metía las manos en los bolsillos. Y tras unos segundos acariciándolos con los dedos, podía recuperar el olor que me permitía encontrarme de nuevo en casa, en la cocina, sentado, mientras tú preparabas una jarra de café.
viernes, 16 de septiembre de 2005
Mientras miraba por la ranura que dejaba tu puerta, vigilaba que nadie viniese por el pasillo. Aquella noche me sorprendí al verte llorar. Metida en la cama, tenías los ojos empapados en lágrimas. Con un nudo en el estomago me fui a mi habitación. Justo cuando cerré la puerta detrás mía, oí uno de tus sollozos a través de la pared.
jueves, 15 de septiembre de 2005
Aquella playa era mi paraíso, mi propio escondite. Vestido con pantalón blanco y camiseta a rayas paseaba en busca de las huellas abandonadas el año pasado. Por el paso del tiempo, toda la arena se encontraba llena de objetos que había traído la marea. Llamó mi atención un zapato, un zapato rojo de tacón utilizado a modo de mensaje de auxilio. En su interior encontré un collar de botones y una bolsa con canicas. Tras observarlo detenidamente durante un largo rato me dirigí al espigón, y tras escribir un poema en una de mis sandalias la arrojé al mar.
domingo, 11 de septiembre de 2005
Desde la habitación se distinguía el viejo parque de atracciones. Por las noches, me parecía ver como la noria volvía a funcionar y cientos de personas montaban en sus cestas. Todos los días, cuando pasaba rodeando su recinto, miraba a través de la valla y soñaba con poder entrar en el. Al cabo de tres años lo arreglaron y abrieron de nuevo. Pasado un mes, un accidente y tres muertos obligó a cerrarlo definitivamente. Por las noches, la noria, recibía visitantes que nerviosos, montaban sonrientes.
jueves, 8 de septiembre de 2005
Desde que vi aquel fantasma en mi habitación, no he podido dormir con la persiana bajada, necesito poder despertarme en cualquier momento y ver toda mi habitación. Al principio, algunas noches, dejaba el flexo encendido hasta que tu, viendo que ya estaba dormido, me lo apagabas. Incluso cuando duermo fuera de casa, antes de apagar la luz, me fijo en donde esta el interruptor por si tengo que pulsarlo en mitad de la noche.
miércoles, 7 de septiembre de 2005
* Esta noche dormiré tumbado junto a la puerta, justo donde pueda sentir la corriente de aire.
* De vez en cuando, cuando siento un fuerte dolor de estómago, abro la ventana de mi habitación y grito.
* El único recuerdo que conservo de aquellos días es la canela debajo de las uñas.
* De vez en cuando, cuando siento un fuerte dolor de estómago, abro la ventana de mi habitación y grito.
* El único recuerdo que conservo de aquellos días es la canela debajo de las uñas.
martes, 6 de septiembre de 2005
Recuerdo la cama de matrimonio. Recuerdo la ventana abierta y el aire frío rozándome los pies. Recuerdo como me abrazabas por detrás y la silueta de la ventana abierta recortada en el cielo. Pasé noches enteras sin dormir con los ojos abiertos. Durante horas y horas observaba el cielo y me concentraba en su azul oscuro. De vez en cuando jugaba a seguir con mi dedo la sombra que los árboles prolongaban en el techo.
lunes, 5 de septiembre de 2005
Cuando sin previo aviso logro susurrarte poesías al oído, puedo notar como en la oscuridad bailas alrededor mío. A través de la ventana, las cortinas reclaman libertad, y yo, sentado en medio de la habitación, decido que si cierro los ojos y aspiro el suficiente aire podré escapar volando hasta donde quiera.
domingo, 4 de septiembre de 2005
He soñado con un niño. Iba vestido con un peto verde, botas de lluvia rojas y una camiseta a rayas blancas y negras. Había pintado una rayuela de tiza en el suelo y saltaba de un numero a otro sobre una sola pierna. Cada vez que se paraba, perdía el equilibrio y agitando los brazos se recuperaba. Después de un rato mirándole, me di cuenta de que simplemente saltaba sobre su reflejo en un charco. Se paraba en seco y me miraba. Llevaba también unas gafas de pasta negras y sonreía enseñando los dientes.
Cuando cumplí ocho años contrataste un payaso para mi fiesta. A pesar de todos los juegos que hacía, solamente recuerdo que llevaba dentadura postiza. Cada vez que se reía esta temblaba dentro de su boca. Al año siguiente, en la feria, le busqué en cada esquina del tren de la bruja.
Cuando éramos niños aprendimos a no llorar. Tu agarrabas mi mano y escapábamos al río. Allí me enseñaste a cubrir mi cuerpo de hojas, a dormir sumergido en el agua. Allí aprendí a sentir la tierra mojada bajo mis pies.
sábado, 3 de septiembre de 2005
Cuando sueño de vez en cuando incuyo música de fondo. No es fácil percibirla, realmente no se de su existencia hasta que despierto. Anoche te la intenté tararear para que soñases conmigo, pero de mis labios no fue capaz de salir ninguna melodía
He prendido fuego al piano para conseguir olvidar la muerte de mi padre. Acto seguido, un fuerte dolor de estomago y una fiebre muy alta me han obligado a acostarme. Al cabo de unas horas, al despertar, he descubierto como de las cenizas han nacido tres girasoles.
Pruebe Vd. a bailar en una habitación a oscuras. O a llegar, a través de la cornisa, a la habitación de al lado. Pruebe a desconectar el teléfono. O a tirarse a la piscina, para sentir el agua helada sobre la piel, y temblar, temblar hasta no ver nada.
Leopoldo María Panero.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)