Nada más por hoy princesa, cuando las lámparas se apagan es el momento de mostrar las cartas que escondíamos en la manga. Y cuando sepamos quien ha perdido nos besaremos, e intentaremos olvidar porque ayer tu espalda dibujaba barrancos al borde de mis dedos.
Hay personas que son acantilados, en los que uno desearía precipitarse.
ResponderEliminarFue genial volver a verle ayer, señor.
Valencia le espera.
Flaumo