lunes, 20 de febrero de 2006


Pasé aquella tarde sentado en un banco del parque. Durante todo el tiempo que pasé allí me centré en observar las hojas que cada cierto tiempo se desprendían de las ramas de los árboles. Entonces, a última hora te vi aparecer. Llevabas un vestido rojo, provocando un toque de color en una tarde que continuamente había sido teñida por un tono marrón oscuro. Rápidamente me levanté, y quise seguirte sin saber el motivo. Y por eso me eché a andar, y por eso aún trato cada tarde de encontrar el camino correcto que tomaste, pero siempre acabo en el mismo sitio, al borde de una carretera. Y algún día te seguiré, y cuando volver la vista atrás no me permita divisar el comienzo te encontraré, porque me perdí una vez y únicamente perdiéndome una vez más puedo hallar un camino que no se escribe en ningún plano.

1 comentario:

  1. Buenas,

    Que gran texto, me ha gustado muchisimo, ne pocas y bonitas palabras lo mucho que has dicho...

    un saludo

    l.o.g.

    ResponderEliminar