domingo, 12 de febrero de 2006


Fueron pocas las veces que en su corta vida se atrevió a mirarse al espejo. En los contados momentos que lo hizo, únicamente pudo encontrar en aquel reflejo un ser de proporciones monstruosas, deformado por terribles enfermedades y obligado a permanecer por siempre oculto de resto de las personas. Cuando pasados los años, se miró por última vez, habían pasado ya 4 años desde que viese su rostro frente a frente. Y lo que vio le sorprendió, su mirada había perdido vitalidad hasta el punto de no poder percibir si reflejaba el mas mínimo atisbo de vida. Entonces decidió acostarse, y que todo aquello acabase, que poco a poco el sueño le cautivara para demostrarse a si mismo que tal vez, en otras circunstancias, podría haber sido una persona normal.
(Mi pequeño homenaje a Joseph Merrick)

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