Durante horas y horas observé como un corazón de manzana se oxidaba. Poco a poco se retorció y oscureció cada vez más. De debajo de la mesa fueron apareciendo pequeños insectos que lo devoraron lentamente, consumiéndolo mordisco a mordisco. Y al final, cuando ya no quedaban más que migajas, mi cuerpo cayó encima de la mesa. Y sentí, como por estar despistado, una hilera de insectos me había devorado el corazón.
miércoles, 15 de febrero de 2006
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Un texto genial,bastante comparable a lo que hace nuestra sociedad con nosotros...¬_¬ prefiero no pensarlo.
ResponderEliminar¡Vivan los insectos!
Esto esta muerto x_x
ResponderEliminarDesde un Ciber Buen Escrito Es.
ResponderEliminarSi esto está muerto,Hugo,tu blog está bajo tierra,sellado y sin posibilidad de encontrar la tumba, JA JA JA JA
ResponderEliminarTodos tenemos un corazón de manzana y casi todos vivimos despitados...
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