Había pensado en este libro antes de que fuera decoroso tomar notas para él. Durante meses, mientras mi padre se apagaba delante de mí, supe que escribiría de nosotros, y esta seguridad se convirtió en la mejor defensa contra la saturación de sentimientos en la que zozobraba. Me sentía aturdido, y convencerme de que en el futuro haría recuento me permitió posponer el momento de asimilar lo vivido. Recluirme en el presente, en el estupor, usarlo como barrera. Las cosas pasaban, pero no pasaban del todo. Les faltaba el calado que me negaba a considerar.
Marcos Giralt Torrente. Tiempo de vida. Anagrama, 2010.
Interesante.
ResponderEliminarLo es, Marina.
ResponderEliminarSi puedes, échale un ojo.