lunes, 6 de agosto de 2007
Es demasiado calor,
la última página
quemada de un libro,
arrojar monedas a una fuente
que se secó hace tiempo.
Tal vez sean sueños
que nunca debieron ver la luz,
pasos en falso
en los que nadie sostuvo mi mano.
Aunque, seguramente,
merezca el vértigo
que provoca la falta de eco.
Con las piernas dormidas
de caminar,
los puños cerrados
y manchas de grasa
en el cuello de la camisa.
Sin llegar a entender
dónde cometimos el error.
Porque opinan que puede cambiar,
pero la tierra está seca
y en las grietas
se acumula el ruído.
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