Compongamos una canción hoy,
quedan notas en alguno de esos sobres
y alguna idea sujeta a ese tablero.
Compongamos una canción hoy
en la que siempre comience a nevar,
con vaho en las ventanas
y coches con los faros encendidos.
Busquemos la duración adecuada,
el ritmo correcto,
la intensidad precisa
para no rasgar el papel.
Hagámoslo sin luz,
sin música,
sin bolígrafos
y sin tinta.
Como dos niños
pintando con los dedos
que no respetan los límites.
Atropellando aviones de papel
a nuestro paso.
Y nuestros cuerpos
en equilibrio
sobre el respaldo
de cualquier silla.
Tal vez si empezamos hoy
mañana podamos borrarlo todo
y comenzar de nuevo.
Ni siquiera importa
si al final
tú,
o yo,
no escribimos la letra.
Porque a este rincón
de la habitación
siempre lleganla misma música.
quedan notas en alguno de esos sobres
y alguna idea sujeta a ese tablero.
Compongamos una canción hoy
en la que siempre comience a nevar,
con vaho en las ventanas
y coches con los faros encendidos.
Busquemos la duración adecuada,
el ritmo correcto,
la intensidad precisa
para no rasgar el papel.
Hagámoslo sin luz,
sin música,
sin bolígrafos
y sin tinta.
Como dos niños
pintando con los dedos
que no respetan los límites.
Atropellando aviones de papel
a nuestro paso.
Y nuestros cuerpos
en equilibrio
sobre el respaldo
de cualquier silla.
Tal vez si empezamos hoy
mañana podamos borrarlo todo
y comenzar de nuevo.
Ni siquiera importa
si al final
tú,
o yo,
no escribimos la letra.
Porque a este rincón
de la habitación
siempre lleganla misma música.
Una poesía mágica sobre una canción mágica...
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