lunes, 10 de agosto de 2009

Everett Ruess


“En lo que respecta a mi regreso a la civilización, no creo que se produzca pronto. Todavía no me he cansado de los espacios salvajes; al contrario cada vez estoy más entusiasmado con su belleza y la vida de vagabundo que llevo. Prefiero una silla de montar antes que un tranvía, el cielo estrellado antes que un techo, la senda oscura y difícil que conduce a lo desconocido antes que una carretera de asfalto, y la profunda paz de la naturaleza antes que el descontento de las ciudades. ¿Me culpas de que siga aquí, en el lugar al que siento que pertenezco y donde yo y el mundo que me rodea somos uno? Es cierto que añoro la compañía inteligente, pero hay tan pocas personas con quienes compartir las cosas que tanto significan para mí que e aprendido a contenerme. Me basta con estar rodeado de belleza [...].
Incluso por lo que deduzco de tus breves comentarios, sé que no podría soportar ni la rutina ni el ajetreo de la vida que estas obligado a llevar. Creo que nunca podré echar raíces. A estas alturas he buceado tanto en las profundidades de la vida, que preferiría cualquier cosa antes que tener que conformarme con una existencia sin emociones.“



(Pasaje de la última carta que Everett Ruess envió a su hernano Waldo, fechada el 11 de Noviembre de 1934).

3 comentarios:

  1. Me identifico totalmente con estas palabras...

    creo que llevo demasiado tiempo apartado de mi camino, observándolo desde la cuneta con cierta lejanía.

    ResponderEliminar
  2. ¿y qué hizo Everett después de escribir a Waldo?
    ¿desaparecer?
    coincido con las palabras de Everett. ahora: el desafío es abandonar este mundo pixelado y electrónico que habitamos y buscar o entrar en aquel del que hablaba este hombre en 1934

    ResponderEliminar