martes, 10 de febrero de 2009

Para entrar en el cielo deberás estar tatuado


Los marineros americanos, clientes habituales, tenían en el tatuaje tradición y simbolismos propios. Junto con las consabidas anclas y barcos, todo marinero que se preciara de serlo, además de haber navegado por los siete mares, tenía chicas tatuadas en las pantorrillas. Haciendo recorrido cinco mil millas marinas, se tatuaba un pájaro azul en el pecho. Cuando realizaba más cruceros, se tatuaba, de pico a pico de esos pájaros, una cuerda para tender con medias y ropa interior femenina. Si cruzaban el ecuador, se ponían un Neptuno en la pierna, y para su seguridad se tatuaban un cerdo en un pie y un gallo en el otro, tatuajes ambos que les protegían de morir ahogados. Otros clásicos y populares tatuajes americanos eran el llamado >, que representaba a una mujer náufraga colgada de una robusta cruz que surgía de un mar atormentado, y los denominados <La tumba del marinero> y >.

*Extraído del libro Moriremos mirando, de Alberto García-Alix. La Fábrica editorial. 2008.

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