martes, 6 de enero de 2009
Un poema de Jab
Se lo debía, desde hacía tiempo, desde que lo leí. Por quién es, cómo es, y todo lo que compartimos aunque nos conozcamos desde hace relativamente poco.
Muy grande Jab, muy grande.
abandonados
o convences a tu madre
y se van los gatos de casa,
o te dejo aquí tirado
ese fue el ultimátum que mi padre
le dio a mi hermano, una tarde en el campo
el primero, dentro del coche,
con el motor en marcha
y el segundo fuera, en pie, junto a los perros,
con la escopeta de caza y el morral
mi hermano dijo que no
mi padre arrancó el coche
se fue, volvió a la ciudad
mi hermano y los perros se quedaron solos
en el campo, en la nada, sin nadie, a pie
caminaron hasta el horizonte mientras caía la tarde
hasta llegar a un pueblo en el que mi hermano
conocía a algunos cazadores que le permitieron
hacer una llamada de teléfono a casa de mis tíos
mi tío fue a recogerlos al pueblo con el coche
los perros y mi hermano estaban hambrientos y cansados
pero ninguno de ellos perdió la esperanza
mientras el odio crecía
cada vez que le contamos esa historia a alguien
es incapaz de creerla, y siempre pregunta:
¿cómo puede abandonar un padre a su hijo en el campo?
esa misma pregunta,
tantos años después,
es la que todos aún nos hacemos
¿cómo? ¿cómo y por qué?
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