martes, 23 de diciembre de 2008

Vía abandonada


Las ocultaba debajo de la sudadera.
Ven, mira lo que tengo, me dijo.
En varios años
aún no había perdido su acento francés.

Eran revistas,
porno,
robadas, según decía,
del armario de su padre.

¿A que soy buen amigo?
La verdad es que nunca
nos habíamos portado muy bien con él.

Corrimos a verlas
a una antigua vía de tren,
debajo de un puente,
entre risas,
señalando a la modelo
que tenía las tetas
más grandes .

Las escondimos al lado,
en una obra,
entre un montón de piedras.
Quedamos en que por la tarde
volveríamos a verlas.

Yo no aguanté,
bajé antes,
las desenterré
y arranqué varias páginas
de una de ellas.

El resto las cambié de sitio.

Las páginas que arranqué,
mejor dicho,
las fotos,
la mujer de las fotos,
me recordaba
mucho,
demasiado,

a la madre de un amigo.

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