Me gusta observarte
mientras duermes.
Me gusta observarte
esas veces
que no sabes
que estoy ahí,
mirándote.
Cuando la realidad
se reduce
a ti,
a la expresión
de tus ojos.
Y luego despiertas,
y sonríes,
y me miras.
Y unas veces
te quedas así,
mirándome,
y otras
vuelves a dormirte.
Y de nuevo
yo vuelvo a estar ahí,
atento a como respiras,
atento a cualquier
cambio
que se produzca en tu cara.
Como quien
puede distinguir
por primera vez
aquello
que le da
un motivo para seguir
y necesita
unos segundos
para confirmar que es real.
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