jueves, 7 de junio de 2007



Esta noche la luna cierra
sus ojos,
esta noche que nadie pasea
por las calles,
esta noche que todos
lloran que no estés.

En la parte de la ciudad
donde todas las calles
tienen el mismo nombre
y nadie se atreve
a llevarte de la mano.

Con un abrigo
que cubra tu tristeza
y toda la nieve
sobre tus hombros.

Llevando
una maleta abierta,
dejando caer las palabras
que no caben
en tus bolsillos.

Para volver a tu habitación,
y dar la vuelta al mundo
asomado a la ventana.

Y una daga clavada en tu costado,
y la sangre que se derrama
marcando el camino que vuelve a la cama.

Esta noche la luna cierra sus ojos,
esta noche la nana acabó muy pronto.

Y las estrellas
se retiran cansadas,
y el cielo
es un punto
cada vez más pequeño.

Esta noche.

A la que los relojes,
atemorizados,
no entraron.

Esta noche
en que todo puede pasar.
que no vale con la sábana sobre la cabeza,
que no vale el refugio de una espalda.

Hay veces en que todo
se vuelve en contra,
te retuercen
pero no tienes fuerzas
para gritar.

Y entonces no sabes
que te queda,
no sabes
dónde está el punto
al que aferrarse.

Porque hasta una caricia
te puede llenar de miedo.

Y el final de este poema
puede ser realmente
el punto
donde comience el siguiente.

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