domingo, 13 de agosto de 2006


Te desnudé envenenando mis manos, sintiendo como se teñían de la pasión que poco a poco malgastábamos.

Ahora la habitación siempre permanece fría, con los espejos temiendo reflejar su imagen.

Y cada noche mi cama llora. Y entonces yo me tapo con las sábanas, dejando que así, una vez más, tomen mi cuerpo com rehén.

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