Se oye a un niño llorar de fondo. Un hombre se sienta en su balcón con una taza de café en la mano y observa el edificio de enfrente en el que, poco a poco, todas sus ventanas se van apagando. Al final, únicamente queda encendida una ventana en el último piso, y el hombre comienza a contar los minutos que tardará en apagarse Piensa que, tal vez, de un gran salto se podría colar en aquella habitación. Y así poder observar como es la persona que ha decidido acostarse la última esta noche .
lunes, 2 de enero de 2006
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Dar el salto siempre es más difícil que imaginarlo.Aunque quizás el encanto resida en la imaginación...
ResponderEliminarP.D.Que alguien haga caso a ese niño,¡no vaya a ahogarse en su llanto!