martes, 13 de junio de 2006


Se giró, y encontró en la cama una ciudad en llamas, una estantería con libros, un veneno entre páginas. Una habitación 210, un reguero de sangre, un asesinato en cadena. Y con todo se tapó, para desaparecer para siempre, para acercarse cada vez más a si mismo. Pero los días se acababan, y desde fuera las luces aún no han aprendido a indicar el camino a seguir. Aunque siempre quedará el tiempo suficiente como para girarse y dormir sólo, para cerrar los ojos y abrazar su espalda una vez más.

Porque con miedo a las alturas nunca se huele el mar, porque un salto precipitado distorsiona los sentidos. Aunque hoy no nos reflejemos en el espejo y tan sólo podamos esbozarnos, aunque sin duda alguna dejemos de respirar cuando nos sentimos solos.

Y cada vez es más difícil y más fácil, más claro y más peligroso. Pero si sabemos elegir la ropa correcta, si sabemos abrir la ventana cuando el aire no nos lleve volando, tal vez entonces hayamos sabido leer en la dirección correcta, tal vez entonces el libro que escribimos acepte las palabras que le proponemos.

1 comentario:

  1. mmm Espero que realmente no dejemos de respirar cuando nos sintamos realmente solos....

    Un abrazo muy fuerte


    .........Alicia.........

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