Preparé una pequeña mochila con todo lo necesario, até el saco de dormir y salí de casa. Llegué a la entrada del bosque y me senté a esperar a que empezase a oscurecer. Entonces apareció, como cada noche, separada del resto lucía tan intensa como siempre. Me había propuesto seguirla, ir en su busca. En algún momento se tendría que poder ver de cerca, aunque fuera desde las montañas que distinguía en el horizonte. Y eché a andar, sin mapa, sin brújula, únicamente sabiendo que aquella estrella era mi objetivo. Y por el día descansaba, ya que el cielo azul no me permitía distinguirla.
miércoles, 26 de octubre de 2005
domingo, 23 de octubre de 2005
Tenía una mochila azul. La llevaba siempre conmigo. Incluso los días que la dejaba en casa a propósito tenía continuamente la sensación de que me faltaba algo. Al principio la llevaba por si la necesitaba para guardar algo, pero con el tiempo la llevé para tener siempre conmigo todas las cosas que me eran imprescindibles.
domingo, 16 de octubre de 2005
Como todos los inviernos, por la noche, nos quedábamos en el desván mirando a través de la ventana. Allí tumbados me explicaste como reconocer las constelaciones por la posición de las estrellas. Un año, coincidiendo con mi cumpleaños, te pedí que me regalases una estrella. Y en vez de eso, pasados dos días, me trajiste un bote de cristal lleno de botones. Ahora, en mi habitación, tumbado en la cama, vuelvo a diferenciar la osa mayor de la osa menor.
lunes, 10 de octubre de 2005
El sabía que aún no era suficiente. Su último disco pretendía ser una completa anatomía de si mismo. Siete meses de retiro en la playa le había llevado el crearlo, pero incluso así sabía que todavía estaba incompleto, quería dar a los fans lo que estos esperaban. Debió ser por eso que en el último concierto de la gira, después del segundo bis, comenzara a sonar el lago de los cines por los altavoces. Y también debió ser por eso que, aún encima del escenario, sacara un revolver de su bolsillo y se disparara en la cabeza.
Corrió para alejarse del miedo. Corrió para sentir el aire en la cara. Corrió para despegar. Corrió para comprobar que nunca mas podría parar.
martes, 4 de octubre de 2005
Cuando llovía salíamos a jugar en los charcos. Hacíamos barcos de papel y esperábamos a ver cual era el primero en hundirse. Entonces un día desapareciste delante mía. Habías intentado recuperar tu barquita y al pisar el charco tu hundiste hasta quedar totalmente sumergida. Yo intenté agarrarte de la mano pero cuando llegué solamente podía ver la tierra a través del agua. Me senté en la acera a esperar, pensaba que en cualquier momento aparecerías y continuaríamos jugando. Esa misma tarde salió el sol. A eso de las siete y media el charco entero se había evaporado. Tu barco de papel seguía allí, arrugado y medio desecho aunque ahora seco. Cuando entré de nuevo en casa me quedé mirando por la ventana. Hay días que me levanto y me parece ver un charco de agua que llega hasta tu cama.
lunes, 3 de octubre de 2005
Nos perdimos en el bosque y decidimos seguir el sonido del río. Cuando nos dimos cuenta de que por ese modo nunca encontraríamos el camino, recurrimos a algo más simple. Enterramos nuestros zapatos y abriendo tu paraguas echamos a volar.
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