Sandro vive en la calle. Viste un abrigo largo, dos pares de pantalones y unas botas negras. Tiene el pelo largo, una barba espesa y las manos llenas de arrugas. Su forma de caminar, con cierta cojera en la pierna izquierda, es consecuencia de diversas caídas. Suele recorrer las calles en busca de algo de comer, y por la noche duerme en el soportal de algún edificio. Siempre lleva un carro, el carro de algún supermercado. Y en vez de llevar dentro sus objetos personales lo utiliza para transportar a sus once gatos.
miércoles, 28 de diciembre de 2005
jueves, 15 de diciembre de 2005
Un hombre pasea por el puerto con los cordones de los zapatos desatados. Fuma en su pipa preferida al tiempo que observa como las olas rompen contra las rocas. De repente, descubre un gran pez rojo y verde que ha sido arrojado al suelo. El pez trata de respirar, y cuando mira al hombre se echa a llorar. Este, dándose cuenta de que ya es demasiado tarde para devolverlo al agua le propone un trato, intercambiar sus vidas. Y de esta forma, el hombre, tras desnudarse, se arroja al mar. Y el pez, que poco a poco se pone en pie, se viste con las ropas del hombre y agradecido continua su camino.
El tiempo pasa, y para ambos su nueva vida se convierte en algo que odian. El hombre no soporta la monotonía del fondo del mar y, por otra parte, el pez cada vez se siente peor por el ruido, el humo y el caos de la ciudad. Un día, sin saberlo, tras un mes en su nueva vida, ambos deciden suicidarse. El hombre, una mañana, salta del agua para arrojarse a tierra, y el pez, paseando por el puerto, se arroja al mar.
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