jueves, 30 de agosto de 2007


Coge el coche,
te invito
a escuchar
un disco nuevo
que me he comprado.
Y de paso,
si quieres,
cenamos en algún
bar de carretera,
en el que quieras,
di un kilómetro
y nos paramos.
Seguro que allí
no hay tanta luz,
y con un poco de suerte,
si la noche está despejada,
podremos ver las estrellas.
Creo que si lo pienso
nunca he visto una estrella
fugaz.
Y tal vez ese sea el problema
en todo esto,
que nunca he podido
formular
mi deseo.

martes, 28 de agosto de 2007


Voy cada tarde,
o al menos
eso intento.

Primero
tengo que
atravesar toda la playa
y después
una zona de rocas.

El ayuntamiento
ha instalado allí
unos aparatos
para que la gente
haga algo de ejercicio.
Junto
con un antiguo
tranvía,
con una fuente
de la que el agua
siempre sale caliente.

Y mientras
estoy
allí sentado,
en una de esas
máquinas,
me quedo parado
mirando el mar.

A lo lejos,
hay un carguero
avanzando
lentamente.

Por si no lo sabéis,
la velocidad
máxima
que pueden alcanzar
ronda los
35 kilómetros por hora,
y pueden transportar
una carga de unas 15000
toneladas.


Y avanza
lentamente,
muy lentamente,
al menos para mis ojos.

Y a mí
sólo se me viene
a la memoria,
cuando de niño,
con mis amigos,
jugábamos a hacer
el muerto
en la piscina.

Sin lugar a dudas
él
nos gana a todos.

sábado, 25 de agosto de 2007


La oficina
de Alfred
estaba en el segundo piso.

- Joder Javier,
no te había reconocido,
como has cambiado.

Me presentó
a todo el mundo
y me invitó
a un café.

A través de un cristal,
en un despacho,
un hombre
hablaba por teléfono.

- Ven, te voy a presentar
al director, era amigo de tu padre.
¡Jorge!, mira a los ojos a este chaval
y dime a quién te recuerda.

- A Vicente Das.

Mi padre
había muerto
hacía cuatro años,
y yo no había
visto a ese hombre
en mi vida.


Vincent Gallo
vende
a través
de su página web
sus objetos personales.

E incluso,
por una cantidad
astronómica,
te permite
acostarte con él
para tener
hijos suyos.

Puedes
comprar,
si quieres,
su medalla
de la comunión.

O por 6000
dólares
un cuadro
que le regaló
Charles Manson

Y por 750
un guante de moto,
eso sí,
firmado.

martes, 21 de agosto de 2007


Actualizo con un poema de David Gonzalez, un poeta Español cojonudo.
Podéis más de él en su página web www.davidgonzalezpoeta.com,
en su blog http://davidgonzalezpoeta.blogspot.com/
o en su fotoblog http://www.flogup.com/davidgonzalez


Luces en las ventanas



Es un edificio de ladrillo rojo.

Las ventanas aún conservan los marcos de madera.
Nunca dispusieron de cristales que los críos pudiéramos romper.
Es un edificio de ladrillo rojo, deshabitado. Mejor dicho:
nunca terminaron de construirlo, nunca estuvo habitado.
En su azotea, sin embargo, anidan las gaviotas comunes,
y en el portal paren las gatas callejeras,
y también, por temporadas, en una habitación del tercer piso,
dormía el poeta.
Dormía allí siempre que se escapaba de la casa de su padre.
Dormía en el suelo,
encima de una manta,
tapado con otra,
de almohada su ropa.


Van a derruirlo. El edificio. Y no tardando mucho.
Los obreros han terminado ya de colocar los andamios.
Van a demolerlo. Y está bien que así sea.
Disfrutaré de mejores vistas. Construirán otro más pequeño.
Vendrán familias a okuparlo. Habrá
madres,
y luces,
en las ventanas,
y hasta es posible, solo posible,
que en la habitación del tercer piso en que yo dormía,
duerma pronto
otro niño.




Todo el mundo
podrá leerme.
Podrán
criticarme,
elogiarme,
envidiarme,
cualquier cosa.

“No es bueno,
se repite”

Y entonces
yo seguiré aquí,
con los guantes puestos,
esperando
poder esquivar
el siguiente derechazo.

domingo, 19 de agosto de 2007


1.

Se acerco a mí
y me pidió para un bocadillo
y una cerveza.
Me contó
que vivía en un coche
y que tenía todos los pies
llenos de llagas,
y que no tenía
ni para unos calcetines
que le protegiesen.
Me acerqué al cajero,
saqué diez euros
y se los di.
Entonces ocurrió
algo que no me esperaba,
se echó a llorar
y me abrazó,
y me dijo, textualmente:
“pásate un día
y te invito a una cerveza,
y si algún día
necesitas algo,
sangre,
o un órgano,
cuenta conmigo,
gente como tú
queda muy poca.”


2.

Cuando te sientas
y no salen las palabras
estás escribiendo
un poema
con todos aquellas ideas
que alguna vez
pasaron por tu cabeza
y que,
ingenuamente,
creíste que
más tarde
recordarías.


3.

Siempre es así,
o casi siempre.
te preparas
o intentas prepararte
para el cambio que quieres hacer,
aquel en el que tanto has pensado
aquel que no te ha dejado dormir
durante días,
y cuando
lo tienes todo preparado
algo inesperado
hace que tu situación
sea completamente nueva,
y no te quede otra
que acostumbrarte
y tirar hacia delante.

viernes, 17 de agosto de 2007


Hoy quiero actualizar con unos Poemas de Stephane Furber, el cual he conocido a través del blog del poeta David González, de quien ya subiré algún poema. El poema pertenece a un libro titulado Daphne. Espero que os gusten, yo sinceramente me he quedado con ganas poder tener el libro a mano para leérmelo entero, me ha encantado.


Save the last dance for me

La primera vez
que le pedí a tu madre
que bailáramos juntos
sonaba Save the last dance for me
en el viejo salón de Duddy.
Llevaba tres meses sin beber
y me sentía un hombre nuevo,
incluso ya no me temblaba el pulso.
Y de repente,
en medio de la pista de baile,
mientras llevaba de la cintura a Daphne,
volví a temblar,
pero esta vez desde los pies a la cabeza.

Daphne

Si alguien te recoge medio muerto
a la puerta de su casa en un día de tormenta
cuando ya no tienes más aliento
que el vapor del whisky.
Si alguien tiene el coraje
de acercarse a un manojo de harapos
empapados de orina y lluvia.
Si alguien te arrastra hasta su bañera,
te hace café
y se apiada de tu suerte.
Si alguien te sonríe después de años.
Ten por seguro que serás por fin
capaz de pelearte contra el tigre
que te come las entrañas.
Que amarás por siempre a Daphne.

viernes, 10 de agosto de 2007


Me tatúo la mano
con la que disparo,
la que sostiene el arma
cuando cierro mis ojos.

El cuchillo preparado
en uno de mis bolsillos
y unas cuantas monedas
que suenan cuando camino.

Llevo esta botella al puerto,
con un mensaje a medio escribir
que nunca expresa
lo que guardo entre dientes.

Es hora de meterse en la cocina
y encender el gas,
prender fuego a la comida,
dibujar mapas y enterrar los tesoros.

Ahogado porque quiero reducir
mi vida a unos cuantos días.

No me importa copiar un libro de poemas
si con ello me arranco un pedazo de vida.

Deja de mirar como me alejo,
sabes que al final de la calle
me giraré y me despediré
con un gesto en la mano,
con el sol enfrente de mis ojos.

Porque llueve tanto en mi habitación
que nunca se hace de día.

Y las paredes sueltan las fotos
en las que nunca detuve el tiempo.

Porque hoy me siento otro
sentado delante del ordenador,
porque me gusta tener
muchas horas por delante.

Y continuar cantando
muchos años,
haciendo ruido en cada momento,
gritando al asomarme a las ventanas.

lunes, 6 de agosto de 2007


Es demasiado calor,
la última página
quemada de un libro,
arrojar monedas a una fuente
que se secó hace tiempo.

Tal vez sean sueños
que nunca debieron ver la luz,
pasos en falso
en los que nadie sostuvo mi mano.

Aunque, seguramente,
merezca el vértigo
que provoca la falta de eco.

Con las piernas dormidas
de caminar,
los puños cerrados
y manchas de grasa
en el cuello de la camisa.

Sin llegar a entender
dónde cometimos el error.

Porque opinan que puede cambiar,
pero la tierra está seca
y en las grietas
se acumula el ruído.

Si hoy muero
que devoren mi cuerpo los pájaros.

Arrójame al fondo del acantilado,
para que las olas me abracen,
que nadie oiga como acaba todo.

Porque señalamos en una estrella
cinco lugares que nunca más pisar,
y a pesar de todo
te descubro llorando cada noche.

En la misma calle donde antes
levantaron mil torres.

Y todo lo que no recordamos,
aquello que quedó sin color,
las únicas palabras
que nunca descubrimos
y que no podremos olvidar.

jueves, 2 de agosto de 2007


Véndelo todo,
regálalo.

Abre una pequeña maleta,
o una mochila,
y guarda lo imprescindible.

Olvídate de grandes lujos,
de caprichos,
de todo lo que siempre has sabido
que no vale para nada.

Y lleva contigo solamente
lo que te hace caminar día a día,
lo que impide que pierdas la cabeza
en cada esquina.

Viaja lejos,
hasta esa ciudad
donde una habitación
es una mujer
que nació sola
y morirá olvidada.

Y vive,
vive tan intensamente
que dormir nunca te aplaque
el dolor del pecho.

Llora,
grita,
ríe,

Maldice
cada mañana
que no tengas dinero,

y túmbate al sol
para sentir que tu cuerpo,
en el fondo,
se mantiene con vida.

Se libre,
y ríete de quien
no se atreve a serlo,
o simplemente
no aceptes su consejo.

solamente tú sabes
que, este,
es el único modo
de vivir.